«Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos».
Comentario del Evangelio
Hoy esas palabras de Jesús nos pueden parecer absurdas. ¿Qué clase de banquete es ése? Además, si organizo un banquete es para disfrutarlo ahora y no en la vida eterna… Sin embargo, las palabras de Jesucristo son sabias: ¿merecemos el banquete de la Eucaristía?; ¿qué clase de “amigo” sería yo si sólo hiciera favores “interesados”?, ¿o sólo cuando me los pueden devolver? ¡Dios no es así!
—Todos —sin excepción— ante Dios somos poca cosa. Afortunadamente su Casa está abierta especialmente para pobres, lisiados, cojos, ciegos… Si no fuera así, ¿yo podría entrar?