Un joven se acercó a Jesús y le dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?».
Comentario del Evangelio
Hoy el Evangelio nos presenta el diálogo entre Jesucristo y el joven rico. En muchas ocasiones, este joven somos nosotros mismos. Por un lado, sentimos el ansia de felicidad eterna. ¿Puede ser “total” la felicidad si no tiene un horizonte de eternidad? Si mi felicidad se va a acabar dentro de unos años, aunque sean bastantes años, entonces… Por eso a aquel joven le preocupa la vida eterna.
—Por otro lado, nos cuesta “soltar lastre”. Queremos ser eternos, pero amarrados a los bienes terrenos. Y, ¿cómo se resuelve esta “ecuación”? ¡Escuchemos qué dice Cristo!