La mujer Sirofenicia le respondió: «Sí, Señor; pero también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños». Él, entonces, le dijo: «Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija». Volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y que el demonio se había ido.
Comentario del Evangelio
Hoy Jesús atiende a una mujer extranjera. Lleva rato tras Él, aunque parece darle largas... ¡Eso nos sorprende! Ella insiste y al final Jesucristo le responde algo que suena duro: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos». La reacción de aquella mamá es preciosa, llena de humildad: —Te doy la razón, pero ayúdame; ¡tú puedes ayudarme!
—No discutas con Dios, pero insiste humildemente: ¡así le ganarás!