Entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo.
Comentario del Evangelio
Hoy vemos a Jesús disgustado como nunca. Se nos hace extraño imaginar al Señor echando gente del Templo y volcando sus mesas de trabajo. ¡Algo grave sucedía! Prestemos oído: el Templo es la casa de Dios y para hablar con Dios. Ahí sobran las mesas, los comercios y sobran los que se aprovechan de Dios para hacer negocios. ¡Fuera!
—Y nosotros, ¿cómo andamos de silencio y adoración en nuestros templos? Hoy día, ¿volvería a disgustarse Jesús?