Jesús y sus discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían: «¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?».
Comentario del Evangelio
Hoy nos sorprendemos viendo algunas autoridades religiosas pidiéndole cuentas a Jesús. No niegan sus milagros (curaciones, difuntos resucitados…). ¡No pueden negar la realidad! Pero, en lugar de “rendirse” ante Él y adorarle reconociéndole como Dios, le someten a un interrogatorio indecente. ¡Qué arrogancia! Otras personas, con corazón sencillo se postraban ante Jesucristo. Ellos —las autoridades— no…
—Al final, no pudiendo mantenerse en esta hipocresía, acabaron por crucificar al Señor (porque hacía milagros y temían que las gentes se fueran tras Él…). Ante Dios no caben “medias tintas”.