Una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado».
Comentario del Evangelio
Hoy vamos con Jesús a casa de Jairo, donde su hija está muy enferma y puede morir. Por el camino sucede algo extraordinario… ¡La mujer que perdía sangre! Su gran fe y confianza en el Salvador le ayudó a superar los obstáculos…
—Superando la vergüenza y el miedo, se abrió paso entre la gente hasta “tocar” a Jesús. «Y se salvó la mujer desde aquel momento».