En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle.
Comentario del Evangelio
Hoy nos quedamos dolidos ante la maldad de aquellos fariseos: adaptaban la religión a sus opiniones, en vez de preguntarse qué es lo que Dios desea. Sus corazones no se alegraron con el milagro de Jesús: curó a un hombre que tenía una mano paralizada. Pero como lo hizo en sábado, se enfadaron.
—¿No te parece ridículo? El culto a Dios es auténtico si me lleva a amar a los demás.