«Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios».
Comentario del Evangelio
Hoy, por decirlo de alguna manera, Dios defiende su terreno: ni quiere pisotearnos ni acepta que le pisoteemos. ¿Hasta dónde llega el poder del “César”? ¿A partir de dónde empieza el poder de Dios? ¡Qué malos somos! ¡Incluso desearíamos poner una frontera entre “yo” y “Dios”!: aquí está mi libertad y allí está tu cielo... Dios no quiere mezclarse en nuestros asuntos temporales, pero tampoco acepta que anulemos su voz… Cierto, “soy libre”; pero también es cierto que sin Dios “yo no sería libre” (ni siquiera “yo sería”).
—«Sólo Dios es Dios, y dejemos que Dios sea Dios» (Benedicto XVI).