«Era un hombre rico que (...) celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y un pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico».
Comentario del Evangelio
Hoy escuchamos una parábola de Jesús. ¡Es una buena advertencia! Andamos distraídos con demasiadas cosas que nos impiden mirar al corazón de nuestros hermanos. ¡Demasiada fiesta y poca caridad! Todos somos hermanos, todos somos hijos de Dios y un buen cristiano debe aprender a compartir.
—No es malo ir de fiesta, pero evita que tus días sean una “fiesta”. Ese camino no lleva a ningún sitio: lo que uno siembra en esta vida es lo que se lleva a la otra Vida.