Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle...
Comentario del Evangelio
Hoy nos sorprendemos al ver gente buscando con qué acusar a Jesús. ¡Acusar a Dios! ¿No te parece ridículo? Pues sucedió entonces y sucede actualmente. ¡Qué manía con poner a Dios entre las cuerdas!
—¿Sabes qué les ocurre a los practicantes de este “deporte”? «Se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús». ¡Se quedan ciegos y al final no saben qué hacer con Dios! ¡Lamentable!