Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano».
Comentario del Evangelio
Hoy asistimos al lamentable y glorioso final de san Juan Bautista. Lamentable por Herodes y su camarilla; glorioso por el testimonio valiente de Juan. Sorprende hasta qué punto puede llegar el morbo cuando uno vive en falso. Una fiesta, un bailoteo… «¿Qué voy a pedir?», preguntó la hija de Herodías. Y la desgraciada madre respondió: «La cabeza de Juan». Realmente, ¡de muy mal gusto!
—Si uno desea la cabeza de alguien es porque ha perdido la cabeza. ¿No sería mejor hacer caso al Bautista?