Jesús dijo a sus Apóstoles: «Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus domésticos! No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse».
Comentario del Evangelio
Hoy necesitamos este consuelo de Jesús: los hijos de Dios siempre estamos ante la mirada atenta del Señor. Si sufrimos alguna incomprensión, o burla, o injusticia por causa de Dios, sepamos que nada escapa a su visión. Si a veces nos impresiona el mal que se comete en el mundo, confiemos en la mirada de Dios que todo lo ve: ¡nada hay oculto a sus ojos!
—¿Te gustaría “ver” como Dios? ¡Por ahí va la virtud de la fe!