«Un hombre plantó una viña (...); la arrendó a unos labradores, y se ausentó. Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña. Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías...».
Comentario del Evangelio
Hoy la “Parábola de los viñadores homicidas” nos habla de los hombres que rechazan a Dios. ¡Un misterio! Pues este rechazo no lleva a ninguna parte: ¡es como un suicidio! «Señor, ¿a dónde iremos sin ti?», le preguntó Pedro. ¡Buena pregunta! Sin Dios todo acaba aquí y no hay futuro. Curiosamente, muchos prefieren que no haya futuro a condición de que tampoco haya un Dios que pueda pedirme algo.
—¿Por qué? —Es que “mi” tiempo…, “mi” futuro… —Es Dios quien te da el tiempo…, ¡y tu futuro le interesa! ¿Por qué huyes hacia ninguna parte?