«Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y lo deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido».
Comentario del Evangelio
Hoy leemos una escena que nos estremece; hasta nos da miedo. ¡Un niño poseído por el diablo! Varias veces el “espíritu inmundo” había tratado de matar al niño echándolo al fuego.
—¡Dios mío! ¡Es un niño! ¡Atormentado por el demonio! ¿Qué mal había hecho este niño? La única respuesta que tenemos es que hemos de rezar por los hijos, por los hermanos… ¡Rezar cada día, siempre!