Hoy vemos otra vez a Jesús resucitado ante los Apóstoles. Ellos están escondidos en una casa porque tienen miedo. Aunque las puertas están cerradas, el Señor resucitado entra ahí. Ellos se asustan: piensan que ven un fantasma. Entonces Jesús les enseña sus manos y sus pies, con las heridas de la crucifixión… Incluso comió un poco para que vieran que había resucitado de verdad.
—Las manos y los pies de Cristo están agujereados… Son sus manos, son sus pies: no puede ser otro. ¡Eres tú, Jesús!