Hoy el Señor no está. ¡Mejor dicho!: sí que está, pero está bajo tierra, sepultado. ¡El Creador sepultado! ¿Pues? Quizá será porque para amar hay que sepultarse: si quieres demasiado ser tú, quizá no llegues a identificarte con el prójimo, con tus hermanos. Jesús-Hombre murió: su Alma humana abandonó su Cuerpo. Pero Jesús-Dios es Dios eterno: ¡sigue vivo! Y el Cuerpo que había asumido resucitará. No resucitará como Lázaro (que tuvo que ser “des-atado”). Jesucristo resucitará por su propio poder divino.
—Pero fíjate: venció a la muerte sometiéndose a la muerte. ¿Entiendes que para amar hay que sepultarse?