Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».
Comentario del Evangelio
Hoy Jesucristo muestra su deseo divino de acoger a todos, especialmente a los más necesitados (los más “despistados”). ¡Qué antipática manía tenían aquellos fariseos etiquetando a la gente como pecadores! Dios no establece divisiones ni categorías. En todo caso, cuando vuelve alguno que se había despistado (una “oveja perdida”), entonces Dios tiene la mayor de las alegrías.
—Todos hemos ocupado el lugar de la “oveja perdida” o del “hijo menor” (de la “Parábola del hijo pródigo”). ¡No nos hagamos “mayores”! ¡Cuánta alegría cuando experimentamos que Dios nos lleva sobre sus hombros! ¡O cuando sale a nuestro encuentro con los brazos abiertos!