Se acercó a Jesús un hombre que, arrodillándose ante Él, le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo, porque es lunático y está mal».
Comentario del Evangelio
Hoy, el Evangelio nos transmite un detalle muy importante que, a veces, pasa desapercibido. Aquel hombre accedió a Jesucristo arrodillándose. Según que zonas, no está de moda “arrodillarse”. ¡Curioso! Hemos perdido este saludable hábito, exclusivo de los seres humanos. De hecho, el hombre nunca es tan hombre como cuando se arrodilla.
—Conclusión: aquel papá consiguió inmediatamente lo que pedía estando de rodillas. ¡Claro!, cuando tratamos a Dios como Dios, entonces permitimos que Dios actúe como Dios.