Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará».
Comentario del Evangelio
Hoy admiramos la serenidad con que san Lorenzo afrontó su martirio el año 258. Eran momentos de persecución. El Papa san Sixto fue martirizado. Lorenzo era uno de los diáconos que asistían al Papa. Él se ocupaba de la ayuda a los pobres de Roma. La autoridad le concedió tres días para reunir las riquezas de la Iglesia y entregarlas al Emperador. Pero, ¡sorpresa!: san Lorenzo se presentó con una larga cola de mendigos, pobres, enfermos, lisiados… a los que él atendía. ¡Aquí están los tesoros de la Iglesia!
—21 siglos después, los tesoros de Cristo no han cambiado… ¡Somos nosotros quienes deberíamos cambiar!