Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol...
Comentario del Evangelio
Hoy, contemplando la belleza divina de Jesús, Simón Pedro expresa espontáneamente su felicidad: «¡Qué bien estamos aquí!». Desde luego, con Jesucristo uno siempre está bien: no hay mayor fuente de paz y felicidad. Pero…, atendamos a lo que el Padre del Cielo dijo a los apóstoles videntes: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle». ¡Escuchadle!
—Hoy y cada día podemos escuchar a Jesús. Vete ante el sagrario, guarda silencio, arrodíllate y le oirás.