Defensor del culto a las imágenes sagradas y reformador de la vida monástica

Hoy, san Teodoro el Estudita (Constantinopla, 759-826), hace remontarnos al centro del período medieval bizantino, un período más bien turbulento. Su tío Platón, abad del monasterio de Sakkudion, en Bitinia, lo orientó hacia la vida monástica, a la edad de 22 años. Fue ordenado sacerdote por el patriarca Tarasio. San Teodoro se distinguió por ser uno de los grandes reformadores de la vida monástica (urgía al regreso a san Basilio) y también como defensor de las imágenes sagradas durante la segunda fase de la iconoclasia. Al asumir la naturaleza humana, la Palabra eterna invisible se hizo visible en la carne humana y así santificó todo el cosmos visible. Los iconos nos unen con la Persona de Cristo, con sus santos y, a través de ellos, con el Padre celestial. —Para san Teodoro, junto a la obediencia y la humildad, una virtud importante es el amor al trabajo (criterio para comprobar la calidad de la devoción personal).