17 de septiembre: Santa Hildegarda de Bingen, virgen y doctora de la Iglesia
Texto del Evangelio Mt 25,1-13
«El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio (…)».
Comentario del Evangelio
Hoy celebramos a santa Hildegarda de Bingen (1098-1179). Nació y vivió en Alemania. Para su formación, a los ocho años fue encomendada a los cuidados de la maestra Judith de Spanheim. Ellas dos vivían en una casita al lado del monasterio benedictino de san Disibodo.
La fama de la santidad de Judith y de su alumna pronto se extendió por la región, y otros padres ingresaron a sus hijas en lo que se convertiría en un pequeño convento benedictino femenino. A los quince años, Hildegarda profesó como monja en este lugar: recibió el velo de manos del obispo Otón de Bamberg. En 1136 Hildegarda fue elegida para suceder a la madre Judith. La comunidad fue creciendo y, finalmente, Hildegarda fundó otro convento, dedicado a san Ruperto, donde pasó el resto de su vida.
Hildegarda, desde joven, recibía visiones sobrenaturales. Consultó a san Bernardo, el cual la tranquilizó. En 1147 recibió la aprobación del Papa Eugenio III: le autorizó a escribir sus visiones y a hablar en público. Desde entonces el prestigio espiritual de Hildegarda creció cada vez más y se la conocía como la “profetisa teutónica”.
—Sus visiones místicas hacen referencia a los principales acontecimientos de la historia de la salvación, y usan un lenguaje principalmente poético y simbólico. Su obra más famosa se titula “Conoce los caminos”. Además, redactó otros escritos en los que se ocupó de medicina y de ciencias naturales, así como de música.