16 de septiembre: Santos Cornelio, papa, y Cipriano, obispo, mártires
Texto del Evangelio Jn 17,11b-19
Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado».
Comentario del Evangelio
Hoy festejamos a la vez a dos santos de la Iglesia primitiva (s. III). San Cornelio fue uno de los primeros papas. Su nombre significa “fuerte como un cuerno”. Y así fue él: un papa fuerte para defender la enseñanza de Jesús, sobre todo en lo que se refiere al perdón de los pecados. Un sector de la Iglesia, encabezado por el clérigo Novaciano, pretendía no readmitir ni perdonar a los “Lapsi”, nombre con que se designó a los primeros cristianos que abjuraron de su fe ante la presión de las autoridades romanas (recordemos que Cristo no vino a curar a los sanos sino a los enfermos).
Por su parte, en África, fue el obispo san Cipriano quien tuvo que poner paz en estas discusiones. Cipriano fue severo pero no inflexible con los que habían “caído” (dejando la fe). Ambos fueron hombres generosos por su caridad y en la prueba final tuvieron la entereza de los fuertes: Cipriano fue decapitado (y mandó dar veinticinco monedas de oro al verdugo por su trabajo) y el papa Cornelio murió inflexible en el destierro.
—¡Necesitamos a la Iglesia! Decía san Cipriano: «No puede tener a Dios como padre quien no tiene a la Iglesia como madre»