13 de septiembre: San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia
Texto del Evangelio Mc 4,1-10.13-20
«Otras partes [de la semilla] cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento».
Comentario del Evangelio
Hoy celebramos la fiesta de san Juan de Antioquía, llamado popularmente “Crisóstomo” (349-407), es decir, “pico de oro”. Pronto se hizo célebre por su predicación. Fue elegido como obispo de Constantinopla (año 397), la capital del Imperio Romano. El Crisóstomo fue firme defendiendo la enseñanza católica ante los errores doctrinales de su tiempo, fundamentalmente el arrianismo (que negaba la divinidad de Cristo).
Pero, sobre todo, Juan escribió, predicó y gobernó pensando en el bien de las almas. Le llamaban “limosnero” por su gran ayuda a los pobres. Denunció los excesos de la Emperatriz y de la clase política (e incluso de una parte del clero). Tal como le sucedió a Jesús, por defender la verdad al Crisóstomo le surgieron muchos adversarios, hasta el punto de que fue condenado dos veces al exilio, es decir, vivir lejos de su patria. Murió durante el viaje del segundo exilio.
—“No sería necesario recurrir tanto a la palabra, si nuestras obras diesen auténtico testimonio” (San Juan Crisóstomo).