Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la luz del mundo».
Comentario del Evangelio
Hoy celebramos a uno de los grandes Padres de la Iglesia de Oriente: san Máximo (579-662), al que la tradición cristiana le otorgó el título de Confesor por la intrépida valentía con que supo "confesar", incluso con el sufrimiento (la cruel mutilación de la lengua y de la mano derecha), la integridad de su fe en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Máximo nació en Palestina. Desde su adolescencia se orientó a la vida monástica y al estudio de las Escrituras. De Jerusalén se trasladó a Constantinopla y de allí, a causa de las invasiones bárbaras, se refugió en África, donde se distinguió por su gran valentía en la defensa de la ortodoxia. Había surgido la teoría según la cual Cristo sólo tenía una voluntad, la divina. Pero san Máximo comprendió inmediatamente que esto destruía el misterio de la salvación, pues un hombre sin voluntad no es verdadero hombre.
—Dios, en Jesucristo, asumió realmente la totalidad del ser humano (excepto el pecado), por tanto, también una voluntad humana.