«Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí».
Comentario del Evangelio
Hoy celebramos un santo peculiar. Raimundo de Pañafort es del siglo 13 (1185-1275) y es famoso por dos cosas. La primera y la más importante: es santo, fue sacerdote y administró con diligencia el Sacramento de la Penitencia (también llamado “Sacramento de la Misericordia”). La segunda: su tarea relacionada con las leyes de la Iglesia; por encargo del Papa Gregorio IX, recopiló en un solo libro las leyes y decretos que habían surgido de la autoridad de la Iglesia hasta entonces.
Él hizo tan buena labor que el Papa lo nombró arzobispo, pero Raimundo rehusó el honor. Él quería ser sólo un sacerdote dominico. A pesar de que estaba muy interesado en las leyes y cómo funcionan, con gran libertad de espíritu, se preocupaba más por llevar a Cristo a las personas que nunca habían escuchado su mensaje de amor y salvación.
—San Raimundo de Peñafort fue un hombre de leyes y un sacerdote de almas. Un buen pastor sabe que el buen camino sigue unas normas, y que, si nos equivocamos, podemos rectificar y gozar de la Misericordia de Dios.